miércoles, 29 de mayo de 2013

Onomástica y crítica textual: La Celestina.



     Vamos a intentar explicar el cambio sufrido por los nombres propios de la obra a lo largo de su transmisión o del error al copiar en el tema de la onomástica.

     En la obra aparecen : Antropónimos: 130.
                                        Nombres citados: 106.
                                        Nombres de la trama: 20
                                        Autores de la obra: 4   

                                         Topónimos: 43.
                                         Extranjeros:(25)
                                         Españoles: (18)

     Algunos de los nombres propios citados no aparecen en el texto como tales, sino que a veces son el resultado de una corrección tardía como en el caso de Anfión, Erasístrato, Marón, etc.
    
     En los nombres citados en la obra, observamos que hay cierta escasez de nombres peninsulares. Entre los topónimos, tampoco aparecen muchos nombres españoles: Monviedro, Luque,Toro, Madrigal. Cuando habla de iglesias o monasterios como Magdalena o Guadalupe. 

Monasterio de Guadalupe (www.wikipedia.org) 

     Por el contrario hay un gran predominio de nombres extranjeros rebuscados que denotan una cultura refinada del autor y que a veces se citan sólo para alardear de erudición. Los nombres eruditos dominan cuando se trata de citar ejemplos, sobre todo en el caso de los antropónimos que agrupan nombres literarios, mitológicos, bíblicos, históricos, en la gran mayoría de la Antigüedad y de la época medieval: Bernardo, Petrarca, Lamba, Doria, Adelecta. Lo mismo ocurre con los topónimos empleados que se refieren a lugares extranjeros, lejanos y exóticos. Tenemos el ejemplo cuando Melibea antes de suicidarse expresa conocimiento de gran cantidad de antropónimos y de topónimos como Tolomeo, rey de Egipto; Nerón y su madre Agripina; Constantino emperador de Roma; Laodice, reina de Capadocia;Medea. etc.

       Entre casi 160 nombres mencionados, sólo unos 50 sufren alteraciones.
       El error de copia no atañe a los nombres españoles. En cambio si sufren alteraciones cuando son traducidos por italianos o flamencos.
       Los nombres bíblicos tampoco sufren transformaciones en tierras españolas pero sí las sufrirán en países anglosajones cuando el texto se traduzca sobre todo por motivos religiosos.
       Es más frecuente la alteración de los antropónimos que la de los topónimos.
       Es muy frecuente  el cambio del adjetivo onomástico, considerado como difficilior.

     En tierras españolas se mantienen estables los nombres locales y los nombres bíblicos, mientras que se alteran los nombres extranjeros y eruditos.

     El primer cambio que se aprecia atañe al propio título de la obra, que de contener en principio los nombres de Calisto y Melibea, por decisión del autor pasa a designarse como La Celestina, a pesar de Rojas.

     Otro cambio que se aprecia es el intercambio de prostitutas, entre Elicia y Areúsa que era por motivos psicológicos según Mª Rosa Lida. Alicia era el nombre originario de la ramera, y “Elisa” el de la madre de la protagonista, tal como lo documenta el Manuscrito. Una confusión más es el de “Elicia” con el de Elisa que en seis ocasiones pone en la acotación de los testimonios de la Comedia.

     Entre las dramatis personae, ocurre que se desdobe un personaje único, como “Centurio Rufián”, que el traductor italiano considera por error como dos personajes distintos, separándolo por un punto:”Areusa.Centurione.Roffiano.Elicia”.

     También aparece otros personajes con alguna duplicación de letras como “Sosia” y en la Comedia aparece “Sosias” o vuelco de letras “Claudina” que fue “clandiana” en la obra y “Clândina”.

     Duplicación de una letra que va en la misma palabra: Tesífone     Tesifonte.

     Epéntesis de una letra por algún cruce: Guadalupe     Guardalupe. Píramo   Pirmano.

     En el plano lingüístico se dan muchas alternancias entre distintas formas corrientes: Ariadna frente a Adriana. Salomón frente a Salamon y Solomon.

     Puede ocurrir que se desdoble un nombre propio único como “Erasístrato”, que por error da lugar a dos parejas de médicos, “Eras” y “Crato.

     También aparecen malas lecturas como  “Pericles” y se lee “Perides”. “Tisbe” que por confusión entre  -t- y  -c- pasa a ser “cisbe”.

     Malentendidos paleográficos ante adjetivos muy difíciles de leer , como “seleucal” que engendra “celestial”.

     También se produce error del autor. Parece ser el del “Bursia” que Rojas confunde con  su hijo Nicomedes. Según Petrarca fue Nicomedes quién mató a su padre Prusia, y el autor, interpretando mal el latín,,, ha transformado Prusia de víctima en asesino.
     “Ypermestra” por “Clitemnestra”. Rojas confunde dos mujeres (Hipermestra y Clitemnestra), ambas víctimas del amor, pero inocente la una y culpable la otra.

     Hay que mencionar a dos a dos traductores: Hordognez y James Mabbe (autor de dos traducciones inglesas). El primero cuando hace la traducción italiana en lugar de enumerar los vinos españoles de Monviedro, de Luque, de Toro, de Madrigal y de San Martín, hace una adaptación al ambiente italiano y nombra a otros vinos pero de origen italianos como Moscatel di Taglia: de Giglio, Greco de Somma. Al mismo tiempo los frailes del monasterio de los Jerónimos de Guadalupe se convierten en “frati de Sancta Maria Nova”.
    
     El traductor inglés por su parte, manipula los nombres en materia bíblica o religiosa. Omite: Sodoma, Nembrot, Salomón, Bernardo, Tamar, David.Santa Apo0lonia. Helías profeta. Va a proseguir con nombres propios religiosos sustituidos por otros de la antigüedad clásica, con una tendencia a la paganización.: … llaman Juanes, lo sustituye por llaman jamas.

     En esta entrada lo que se ha querido estudiar ha sido los casi doscientos nombres propios de La Celestina , en su mayoría cultos y complicados que al copiarse en la imprenta suelen ser malentendidos y dan lugar a muchas alteraciones . También se ha estudiado las libertades que se han tomado los traductores con los nombres propios de la obra, en un caso temprano, con la traducción italiana de 1506 en Roma y el otro tardío con la traducción inglesa en Londres en 1.631.

    

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